Posteado por: bielorrusiaexiste | 22 abril 2009

Smolevichi

Un día de sol de esos que ya empiezan a aparecer por aquí, decidí acercarme hasta la ciudad de Smolevichi, en el oblast (región) de Minsk. Nada más llegar a la estación me encontré de nuevo con la auténtica Bielorrusia. Viejos trenes que aún conservan su estrella roja en la locomotora, autobuses que sobreviven como pueden al paso del tiempo y paradas solitarias, como en la que me tocó esperar para llegar al centro de la ciudad.

Allí estaba yo, en mitad de un camino polvoriento junto a la estación esperando una marshrutka (miniautobús) que nunca llegaba. Al rato apareció una señora maravillosa que también esperó en la parada conmigo y después me acompañó hasta el mismísimo centro. Una vez allí, la máquina del tiempo me llevó directamente hasta la Unión Soviética!

Lenin

En Smolevichi parece que el tiempo se detuvo hace décadas. Si no fuese por los coches más modernos (algunos, porque los indestructibles Lada aún circulan por todas partes) se diría que no estamos en 2009. Por supuesto, la estatua de dedushka Lenin (el abuelo Lenin, como le llaman por aquí) no podía faltar, ni su monolito en recuerdo de la Gran Guerra Patriótica o Segunda Guerra Mundial, su avenida Sovetskaya y su cine Rodina (Patria) con los carteles de las películas al más estilo cine soviético.

Para comer, entré en el único sitio que encontré. No había nadie, salvo una mesa de compañeros de trabajo de mediana edad que celebraban el ascenso de uno de ellos. Todos muy arreglados, bebían vodka, Sovetskoe Shampanskoe y en la mesa no cabía una sólo plato más. Mientras, sonaban baladas en ruso para darle un toque inconfundible a la velada. Allí comí los mejores draniki que he probado jamás (son los blini típicos bielorrusos, hechos a base de patata) y el lugar más barato y la gente más amable no pudo ser.

Dacha

A pocos minutos del centro, junto a las dos avenidas principales llenas de viejos bloques soviéticos, aparecen un montón de pequeñas casitas de madera, dacha, con su jardín, su perro durmiendo, sus colores y cortinas de encaje. Es una curiosa mezcla la de Smolevichi.

Por la tarde, de nuevo me metí en la máquina del tiempo que me llevó hasta Minsk. Acababa de anochecer y paseé un rato. Viajar es lo mejor.

 


Respuestas

  1. E beton!

  2. Giosss!

    Que alegria que escribas! No me he olvidado de buscar la ulitsa К. Либкнехта, en breve ire hasta alli y te enviare una foto sin falta (tengo mucha curiosidad)! 🙂

    Un abrazo!!


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